De Chicago a Los Ángeles, la Ruta 66 fue la principal carretera de este a oeste de Norteamérica durante gran parte del siglo XX. Los campesinos emigrantes de la época de la Gran depresión la apodaron “la carretera madre” y la recorrieron en dirección oeste, hacia California. Durante las décadas de 1950 y 1960 fue la “”calle mayor de Norteamérica, cuando la primera generación de los turistas modernos se aficionaron a las carreteras en busca de diversión y aventura.
Hoy, el tramo más largo que aún queda de la ruta original, en Arizona, es una fiesta de la nostalgia. Las calles mayores de Holbrook, Flagstaff y Williams siguen ofreciendo los clásicos moteles y Diners (restaurantes económicos) al estilo de la Ruta 66. Pasado Williams, el asfalto original de dos carriles gira hacia la actual I-40 y discurre entre pequeñas poblaciones como Peach Springs y Hackberry. Más arriba, en las Black Mountuins, se halla la pequeña ciudad minera de Oatman, dedicada a la extracción de roro, antaño escenario de muchos tiroteos y última parada antes de que los pioneros cobraran ánimos para cruzar el desierto de California.
El tramo de Arizona, de Holbrook a Oatman, es de 590, y lo aconsejable es de 3 a 5 días para explorarlo. Hay partes de la ruta que pasan por zonas desérticas muy apartadas, por lo que hay que llevar mapas precisos y hay tramos en los que no es fácil repostar, como entre Williams y Kingman. La vieja Ruta 66 no aparece en los mapas actuales, consúltelos en http://www.historic66.com/.
Algunas de las experiencias obligadas son:
- Paseo subterráneo por las cuevas del Gran Cañón, ubicadas muy cerca de Peach Springs, una de las atracciones turística más natiguas y visitadas de la Ruta 66.
- Disfrutar de los tiroteos del Viejo Oeste que se representan en Oatman. Así como de las galerías y tiendas que regentan los artesanos de la zona.
- Pasar una noche en un tipi en el motel Wigwam de Holbrook, una experiencia única.
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