El carnaval de Venecia, placer para seis sentidos
Venecia es un placer para todos los sentidos, y en época de carnaval mucho más. La isla ha decidido explotar el olfato, el gusto, el tacto, el oído, la vista y... la mente. Un sentido por cada uno de sudistritos.
Cientos de miles de personas inundaron la ciudad italiana de los canales para la centenaria celebración. La crisis económica parece no haber arruinado la celebración de los más de 10 días de fiestas que culminan el martes.
Hay división de opiniones respecto al grado de repercusión de la crisis, pero lo que no admite discusión son los miles de turistas de todas partes del mundo que llegaron a visitar Venecia durante el Carnaval, superando ampliamente a los 60.000 habitantes del centro histórico de la ciudad son testigos del éxito de la celebración.
Desde cajas de leche a globos aerostáticos y desde la reina Isabel I a diseños inspirados en cubos de basura, el Carnaval de Venecia vio de todo en lo que se refiere a disfraces.
Uno de los eventos principales fue el concurso de máscaras, donde los diseños inspirados en gatos, ranas, ángeles e incluso una cocina compitieron por el primer puesto.
Seis distritos, seis sentidos
Las carreteras y coches aquí son sustituidos por vaporettos (algo así como autobuses que recorren el Gran Canal), los tragettos (servicios económicos de góndolas para cruzar de un lado al otro del Canal) y, por su puesto, las mismísimas góndolas (para los más románticos y los más 'afortunados'. Su precio suele rondar los 60-80 euros).
Venecia cuenta con más de 400 puentes en toda la isla. De estos atraviesan el Gran Canal: El Puente de la Academia, el Puente de los Descalzos, el Puente de Rialto y el más moderno, el realizado por el arquitecto español Santiago Calatrava..
También destaca el Puente de los Suspiros, que une el Palacio Ducal con Piombi (muy cerca de San Marcos). El nombre se lo debe a que por este canal pasaban los presos que eran conducidos hasta la prisión. Y se dice que podían oírse sus suspiros al pasar por el canal y saber que no volverían a ver el mar ni el cielo.
Lujo tras la máscara
El Carnaval de Venecia comenzó hace siglos como un período de excesos antes de los rigores de la cuaresma, los 40 días de ayuno que preceden a la pascua católica. Los venecianos entonces pueden esconder sus identidades tras máscaras y hacer lo que les plazca.
En la actualidad, los ricos gozan en fastuosas fiestas, que usualmente se realizan en palacios a lo largo del Gran Canal, la principal vía fluvial de Venecia.
Vestidos con disfraces que fácilmente alcanzan valores sobre los 1.000 euros, adornados con perlas y cristales, los asistentes intentan recrear la atmósfera elegante del siglo XVIII.
En esta edición, la fiesta más exclusiva, Ballo del Doge, donde cada entrada cuesta 1.000 euros, no decepcionó, con 300 invitados de distintos países incluyendo un príncipe europeo y la subasta de un Ferrari.
En Carnavales, como era de esperar, todo está lleno de luz y color, sobretodo cuando cae la noche, pero pasadas estas fechas Venecia no pierde su atractivo para todos los sentidos.
Fuentes: agencia Reuters y telecinco.com
Fotos: Alessandro Bianchi y Rebeca San Cristóbal
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